Cándido Marquesán Millán.
En estos últimos años estamos constatando los ataques brutales e indiscriminados hacia los trabajadores, no solo desde la derecha, sino también desde la izquierda socialdemócrata. Ejemplo de la primera es la reforma laboral del PP. De la segunda es la que se está tramitando en este momento en Francia por el primer ministro Valls. Mas aquí podíamos incluir también las de Rodríguez Zapatero o de Schroeder en Alemania. Todo ello producto del tsunami neoliberal. Merece la pena que nos hagamos la pregunta de cómo se ha impuesto la hegemonía neoliberal. Según Xavier Domènech, al final de la II Guerra Mundial en Europa occidental la hegemonía fue la socialdemócrata, impregnada de la teoría económica keynesiana. Toda hegemonía implica una alianza, un pacto social de clases, donde una de ellas detenta la supremacía hasta tal punto que consigue convertir su proyecto de clase en un proyecto, que es percibido ya no como de clase, sino como el común y extensible a todas ellas y a toda la sociedad. Este proceso de construcción de la hegemonía, implica una operación cultural compleja, mas tiene una base consensuada y presupone un pacto social. El neoliberalismo dinamitó el pacto social posterior a la II Guerra Mundial, realizado entre la democracia cristiana y la socialdemocracia, que estuvo vigente hasta los años setenta del siglo XX. Si hoy se ha convertido en hegemónico el neoliberalismo, son tan responsables los que lo han preconizado, como los que lo han consentido y asumido. En definitiva, se ha producido un pacto social. Mientras se expandía el neoliberalismo, ¿no gobernaban los González, Mitterrand, Blair, Schröder, ZP-? Y sin embargo, los socialdemócratas aducen que los neoliberales son siempre los otros, los gobiernos conservadores, los grandes grupos financieros, mediáticos o políticos; pero no ellos. Thatcher será un demonio, pero su pensamiento late en muchos corazones de una socialdemocracia que dejó de creer y de defender a las clases populares, y se formó en varias décadas en el pensamiento neoliberal hasta hacerse totalmente inservible como alternativa. Por ello, ya no sabe cómo emprender un nuevo camino al margen de todo aquello que ha asumido. Lo que empezó como una lucha de clases, iniciada e impulsada por las clases altas, transformándose en un nuevo pacto de clases, se convirtió finalmente en una nueva hegemonía, que no solo afecta a los partidos de la derecha, sino también a los de la izquierda, e incluso, todavía más, a todos nosotros.